Ana Clara Flores: “Esfuerzo y perseverancia”
(Reportaje)
Muchas veces nos disminuimos o nos sentimos inútiles por algún obstáculo o deficiencia física que se presenta en nuestras vidas y de pronto, nos dejamos llevar por una depresión que nos impide emprender vuelo por nuestros sueños o aspiraciones.
Ese pensamiento está lejos de Ana Clara Flores, Persona con Discapacidad, no cuenta con extremidades inferiores ni el brazo derecho, aspecto que no fue impedimento para encontrar su misión, primero en acabar sus estudios primarios y secundarios, luego, levantar la mirada hacia adelante persiguiendo sus sueños, uno de ellos que era su primordial meta, además de estar enfocada en ser Abogada, empero al no existir cupos en la Universidad para ir por esa carrera, se optó por Contaduría Pública, del cual cursa el primer año.
“Me siento capaz de lograr mis sueños, de seguir adelante”, dice en tono muy firme y risueño Ana, mientras contagia un semblante de optimismo.
Anita es natural de Ñaurenda (pueblo del departamento de Tarija), su mamá vive en esa región, agricultora, a su padre no lo conoció porque abandonó a la familia por lo que su madre tuvo que luchar con todo para sacar adelante a sus cuatro hijos, sola.
En busca de su meta ser profesional se fue al municipio de Monteagudo en el departamento de Chuquisaca, comparte un cuarto en alquiler con otro estudiante y se traslada todos los días en silla de ruedas apoyada por un compañero de estudios por un camino de tierra hacia la Universidad.
“Yo quiero estudiar y acabar mi carrera en la Universidad y buscar trabajo mi mamá y mi familia me alientan a seguir mis sueños, mis compañeros y la gente me alienta, me pide que prosiga con mi carrera, quiero también en adelante estudiar derecho porque desde muy chica me gustó las leyes”, señala.
Su Carnet de Discapacidad le permite a Ana Clara recibir 250 bolivianos mensuales que son provenientes de recursos compartidos entre el municipio de Monteagudo y el Gobierno nacional.
Carismática con una sonrisa que contagia a todos, recibe el día con gran entusiasmo, ordena su habitación para luego dejar cocinado a fin de ya tener listo su almuerzo, de a poco se va complementando con sus compañeros universitarios quienes no la hacen sentir mal, por el contrario, la apoyan.
“Mientras unos tienen facilidades no estudian y algunos que tienen darían cualquier cosa para estudiar”, añade en el diálogo a tiempo de sugerir a los jóvenes a “que no se rindan, que sigan sus sueños, nada es imposible”.
La vida para Ana no es fácil, al principio tenía apoyo de su hermano para el pago de alquiler, pero este ya eligió su pareja y ya no puede apoyarla, ahora tiene una deuda de 2.000 bolivianos de alquiler del cuarto, su madre de 49 años hace todo lo posible para apoyarla, que desde su comunidad sale a vender maíz y pollos, pero aun así no se rinde y ve con esperanza que todo se puede solucionar, aunque requiera esfuerzos muchas veces muy complicados.
En medio de la charla se acerca su amiga colegiala Nelcy, quién destaca la amistad de Ana y recuerdan que en el colegio se escaparon una vez al campo y cayeron al barro, travesuras de adolescentes.
“Yo admiro a mi amiga, aunque muchos nos miran diferente, pero a mí no me importa porque todos somos iguales, hasta nos caímos un día” relatan ambas y se ríen de sus travesuras.
El diario transcurrir en el municipio de Monteagudo prosigue con ese su calor tropical y la gente que siempre es amable nos regala una sonrisa, nos deja pensando y salimos recogiendo un ¡¡Ejemplo a seguir!!.
