La Paz - 25 de Marzo de 2015 | Unidad de Comunicación
De acuerdo con el área de Control de Tabaco y Drogas Lícitas e Ilícitas del Ministerio de Salud, el abuso prolongado de alcohol causa enfermedades al hígado como la cirrosis y hepatitis, además de pérdida de memoria, úlceras, anemia, coagulación defectuosa, deterioro de la función sexual, malnutrición, depresión, cáncer y hasta daño cerebral.
"Por esta razón, los problemas de salud asociados al consumo de alcohol han cobrado proporciones importantes, hasta convertirse en un riesgo sanitario de primer orden". Es un depresor del sistema nervioso y produce cambios en la conducta humana. Sus efectos van desde la pérdida de las inhibiciones y sentimientos de relajación hasta alteraciones en el comportamiento que derivan en conductas agresivas y violentas.
De esta forma, cuando se produce la inhibición por el consumo de alcohol, el bebedor muestra un comportamiento primitivo y antisocial, porque la corteza cerebral pierde el control sobre el cuerpo. La persona se siente estimulada, pero lo que sucede en realidad es que las células de su cerebro se han deprimido.
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 5 por ciento de las muertes de jóvenes entre 15 y 19 años de edad, está asociado con el consumo del alcohol.
"En Bolivia, aproximadamente más de un millón de personas consumen alcohol, por eso el alcoholismo es considerado un problema de salud pública porque ese cuadro patológico es el causante de accidentes de tránsito, homicidios, suicidios, violencia intrafamiliar y otras conductas de riesgo que ponen en peligro al individuo y a la sociedad", indica un informe del área de control de drogas.
Asimismo, causa daños irreversibles en el aparato digestivo, siendo el hígado el órgano más afectado con un 20 por ciento de alcohólicos con cirrosis; en el sistema inmunológico, se disminuyen las defensas y es más fácil que se enferme; en el sistema cardiovascular ocasiona aumento en la presión arterial tras ingesta aguda; en el sistema reproductor se ha encontrado problemas de impotencia en el varón y esterilidad en la mujer.
Además, el consumo de alcohol durante el embarazo aumenta el riesgo de contraer malformaciones fetales, dando lugar al síndrome alcohólico fetal (SAF), que se caracteriza por retraso en el desarrollo del feto, alteraciones cardíacas, defectos en los pulmones, en los órganos sexuales y en la configuración cráneo facial.